viernes, 29 de noviembre de 2019

La Teoría del Rechazo



La condición de la naturaleza humana es una eterna lucha entre la razón que nos insta a buscar la elevación en la capacidad civilizadora del humano pensante y la condición instintiva intrínseca en la existencia del animal, condición que innegablemente está en nosotros, que se encuentra en lo profundo de nuestro subconsciente y que se manifiesta en nuestras acciones disimulada por nuestro proceder educado, entrenado para funcionar dentro de los cánones de la sociedad.

Y así como se muestra, quiero resaltar en esta oportunidad una reacción fácilmente ignorada (posiblemente porque no se quiera ver) que por instinto o naturaleza toma el ser humano, en contra de la razón, de la capacidad emocional compleja que nos conecta y demostrando en sus actos el propio instinto de supervivencia que permitió al ser humano superar los tiempos duros antes del cobijo de la sociedad.

Con “Teoría del Rechazo” hago referencia al hecho lamentable que se puede notar cuando una persona que goza de cierta estabilidad, salud e incluso capacidad económica y es apreciado y estimado, importante en su medio y grupo social; que de pronto sufre un repentino colapso, de salud o económico y de pronto se hace odioso y molesto a todos alrededor, que disimuladamente, como exigen las normas de nuestra planificada sociedad, comienzan a apartarse de esta persona, execrándole del grupo del que anteriormente era miembro importante, en el caso económico, notorio por las normas sociales, parece explicarse por la superposición del interés al sentimiento, sin embargo, es más complejo al hablar de un percance en la salud de la persona, donde cualquier excusa hace una brecha en nuestra imagen social, algo que el ser humano cuida a lo largo de toda su vida.

Es lamentablemente notorio que en la mayoría de los casos, al hacerse mayor una persona o sufrir una compleja enfermedad, especialmente si le deja postrado en el lecho, las personas cercanas comienzan a apartarse de este, limpiando su consciencia en razones rebuscadas mientras intentan siquiera olvidar la existencia de esta persona, relegada al “patio trasero” de sus consciencias.

Esto, sin embargo, como muchos misterios del comportamiento humano se explica mirando la naturaleza al comportamiento del resto de los animales, siempre relacionado con el instinto y comprendiendo su forma de actuar. Es bien sabido que las frutas se contaminan fácilmente al entrar en contacto con alguna que esté dañada, lo mismo ocurre con los animales, que por el instinto de preservación, para evitar la posibilidad de contagio de alguna posible enfermedad, se apartan de cualquier miembro que muestre claros síntomas de enfermedad; algo que se puede notar en los animales domésticos incluso a muy corta edad, en camadas de perros o gatos, animales que al nacer buscan permanecer unidos para mantener el calor corporal; cuando alguno comienza a padecer de alguna enfermedad, instintivamente los demás se apartan, abandonando a su suerte al enfermo.


De esta misma manera actúa el ser humano, incluso en casos donde la razón normalmente demostraría que es imposible un contagio, el instinto animal de la persona huye de aquel que ha sufrido una tragedia personal como intentando evitar que su situación negativa empañe su perspectiva de la realidad, en la que todos de alguna manera intentamos ignorar lo que lastima y sólo enfocarnos en lo que nos hace sentir bien.

Es lamentable que una persona que por casualidad o destino haya perdido su salud o estabilidad, de paso deba sufrir el duro golpe del rechazo, que podría hasta entenderse como una traición de parte de sus más allegados, demostrando que el sentimiento elevado está ligado a la razón y el instinto básico nos hace egoístas y crueles, siendo esta tal vez la verdadera naturaleza del ser humano.


Hago referencia a Kafka, y su famosa obra, “La Metamorfosis” en la que se expone de alguna manera esta situación, llevada a la ficción, si de pronto al amanecer nos vemos convertidos en un ser repulsivo a los ojos del mundo, quedaría pensar si los sentimientos de aquellos que nos rodean son tan profundos o siquiera tan razonables como para seguir a nuestro lado o si sus instintos crueles y salvajes les apartarían de nosotros.


No es necesario convertirse en un ser abominable, como metáfora, una persona que cae en desgracia, perdiendo su situación favorable por naturaleza se convierte de pronto en abominable, resaltando sus defectos, reconociendo que una persona que sufre de depresión demuestra el lado más negativo de su personalidad, ese es el momento de invocar a la civilización y como seres pensantes y razonables que somos, no dejarnos llevar por el instinto de apartarnos sino recordar el sentimiento que nos une a esa persona y en base a este, permanecer fiel a quien más necesite de un amigo.


Esta, como todas las muchas enseñanzas de la naturaleza, no es para quedarnos en ella sino para avanzar desde este conocimiento y poder corregir los errores que aquejan nuestra civilización, sea por naturaleza o por razón, y siempre intentar mejorar, pues al final de todo, el ser humano siempre avanza y la más elevada de las causas es estribar por la grandeza, perfeccionando al ser humano.

Krieg
06 de Noviembre de 2019

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Ánimo y la Luna  Noche tras noche veo crecer la Luna en su ciclo de cambio, como flor que florece.  Como ella mi alma sentimien...